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Reflexión - Evangelio Dominical: La «injusticia» del Amo de la viña

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En la lectura del relato de san Mateo que venimos siguiendo en la misa dominical, hace ocho días leíamos una parábola que nos llevaba a comprender el perdón como gracia…

El texto del evangelio de la misa de hoy (Mateo 20, 1-16a) está conformado por una historia narrada como parábola con una breve interpretación al final de esta que hace Jesús mismo.

Para ir al mensaje de la parábola, dividimos en dos partes la historia narrada por Jesús. En la primera parte se narra la actuación de un ‘propietario’; en la segunda, al final del día, cuando llega el momento de la paga, se menciona la voluntad del amo de la viña. ‘Amo de la viña’ es una denominación que desde el Antiguo Testamento nos está evocando a Dios (véase Isaías 5, 1-7).

Al dividir la historia en dos partes nos encontramos ante dos formas de relación, en la primera parte se describen unas relaciones de tipo contractual: se trata de un propietario que apalabra a unos obreros para trabajar en su viña; en la segunda parte de la historia se habla del amo de la viña que tiene libertad para manejar sus asuntos y esto le permite actuar con generosidad.

En su conjunto, la historia propuesta nos está invitando a pasar de la situación de la primera parte a la de la segunda.

Ahora miremos la relación entre las dos partes de la historia a través del término ‘justicia’. En la primera parte, al contratar el segundo grupo de trabajadores, el propietario cierra el pacto afirmando: «Les pagaré lo debido». En la segunda parte, el amo de la viña responde a las protestas de los obreros de la primera hora diciendo: «Amigo, no te hago ninguna injusticia». Estas dos presentaciones nos estimulan a preguntarnos de qué modo de justicia se trata.

En la segunda parte de la historia afloran dos comprensiones de ‘justicia’. Mientras que los obreros entienden ‘justicia’ como proporcionalidad, «pensaban que recibirían más», y reclaman: «Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros que hemos aguantado el peso del día y el bochorno»; el amo de la viña manifiesta que no comete ninguna injusticia contra los trabajadores de la primera hora si le da a quien trabajó sólo una hora lo mismo que al que trabajó durante todo el día.

Los trabajadores de toda la jornada estrellan contra la justicia del amo de la viña su manera de entender ellos la justicia y de ahí su protesta. Los trabajadores de la primera hora han vivido unas relaciones contractuales y por ello esperan una retribución que depende de su trabajo. Por su parte, con su manera de actuar en liberalidad, el amo de la viña supera la ‘justicia de tipo legal’ y nos lleva a comprender la justicia como gracia, como don, como gratuidad que proporciona a cada cual lo necesario para vivir.

Ya en el terreno de la aplicación de la enseñanza que busca la historia, las expresiones de los jornaleros muestran cierto fariseísmo, pues conciben el Reino como recompensa, como el fruto del ‘esfuerzo de todo el día’. En sentido diferente, la actitud del amo de la viña nos invita a comprender el Reino, más que como una recompensa, como la gracia de Dios, como la manifestación de la autodonación de Dios que le permite al hombre tener verdadera vida.

En el lenguaje cristiano con el sustantivo ‘justicia’ tenemos el verbo ‘justificar’ y la acción de la ‘justificación’. La justificación es el proceso por el cual la gracia de Dios lleva a la persona de una situación de pecado a una situación de ‘justicia’, y esta entendida como reconstrucción de la persona del pecador, como habilitación para obrar en santidad; como decíamos el domingo anterior, para obrar como Dios obra.