Si bien es cierto que el bautismo, como don del Espíritu Santo y sacramento, nos ha hecho santos e inmaculados ante Él, este no suprime nuestra fragilidad humana por naturaleza. Por tanto, nuestras constantes fallas son prueba misma del combate mundano en el que, ayudados por la gracia de Dios, buscamos triunfar para alcanzar la Santidad y la vida eterna a la que Él no cesa de llamarnos (CIC 1426).
La confesión de los pecados, incluso desde un punto de vista humano, nos libera y facilita nuestra reconciliación con los demás. Por la confesión, el hombre se enfrenta a los pecados de los que se siente culpable, asume responsabilidad por ellos, y se abre de nuevo a Dios y a la comunión de la Iglesia con el fin de hacer posible un nuevo futuro. Los efectos del sacramento son muchos. Entre ellos podemos reconocer que:
1. Es una lección de humildad
El sentirnos imperfectos nos hace reconocer la perfección de Dios. Es bien sabido que dar el paso a la confesión es una gracia y requiere humildad. Quien se confiesa ha tenido el valor de reconocer su pecado y humillarse. Eso es admirable.
2. Nos permite acercarnos a Dios
¿Recuerdas la Parábola del Hijo pródigo? El Padre recibiendo con gran amor al hijo, aún cuando este se había perdido en las múltiples riquezas que su mismo padre le había dado. El hijo, vuelve con un arrepentimiento profundo y el padre lo espera, con los brazos abiertos y una gran fiesta. Así es como me imagino a Dios siempre que volvemos a Él.
3. Refuerza nuestra fe
Nuestra fe se pone a prueba en cada confesión. A los sacerdotes se les ha delegado la misión de ayudar a la santificación de los pueblos. No es una tarea fácil. Por tanto, debemos tener fe en que el Sacerdote que está sentado en el confesionario es el eslabón que nos une a Cristo; porque justamente es así. A través de él, es Cristo mismo quien nos está perdonando.
4. La satisfacción de volver
La confesión es un acto de liberación. Los pecados confesados en pleno razonamiento son olvidados. Borrón y cuenta nueva.
5. Nos ayuda a ser santos
Por medio de la confesión, Dios nos da la gracia para luchar por las cosas en que nos confesamos: Dios no solo nos perdona, sino que se compromete a ayudarnos a superar las dificultades en nuestra vida. Así, la confesión frecuente se convierte en un «arma» indispensable en el camino de la santidad. Además, recibir la misericordia de Dios, también nos impulsa a ser misericordiosos con los demás.
Esto es importante… El propósito de enmienda es una condicionante fuerte para el sacramento de la confesión. Consiste en tener una firme decisión de no volver a pecar y de evitar todas las ocasiones de pecado. En nuestra búsqueda de la santidad, debemos evitar ponernos en situaciones que nos hagan sentirnos tentados a pecar. Definitivamente, mientras no estemos decididos a abandonar nuestras posiciones de pecado, no debemos confesarnos. No es un juego. El propósito de enmienda no es un mandato por no volver a pecar, se nos exige un deseo verdadero de ser fieles al camino de Dios y ser sinceros en nuestro rechazo al pecado.
Si nuestro arrepentimiento es sincero, entonces el deseo de cambiar también lo será. Recuerda que es por medio de este sacramento que Dios derrama su misericordia en los corazones arrepentidos. Este es, sin duda, el remedio más profundo, más completo y purificador para todo ser humano. San Juan María Vianney decía que «no es el pecador el que vuelve a Dios para pedirle perdón, sino Dios mismo quien va tras el pecador y lo hace volver a Él». Es un abrazo de bienvenida a Su Casa. La necesidad de sentirse en paz con Dios, con uno mismo y con los demás, es innata.
Aprovecha cuanta oportunidad tengas para confesarte. Un corazón puro será plenamente bienvenido en el Reino de Dios, fin último de nuestro destino. Para realizar un buen examen de conciencia, te recomiendo la siguiente seguir los pasos que encontrarás aquí.
catholiclink (26 de marzo de 2019). 5 maravillosos regalos que nos otorga Dios en la confesión. catholiclink. Recuperado de https://catholic-link.com/regalos-otorga-dios-confesion/