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Las manos de Jesús para abrir y desatar

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A través de los gestos que Jesús realiza con sus manos –como acercar, tocar, abrir, remojar, desatar– se manifiesta la nueva creación y los hombres vamos experimentando…

La acción salvadora de Jesús se manifiesta a través de acciones cargadas de hondo sentido humano: tocar, acariciar; y su efecto se expresa con los verbos abrir y desatar.

El episodio del evangelio de este domingo (Marcos 7, 31-37) se abre presentando la situación de una persona sorda que, porque no oye, habla con dificultad. La ciencia actual nos ha explicado que quien no oye, no puede percibir lo que él mismo habla y de ahí la dificultad para articular las voces.

El evangelio de la misa de este domingo refiere que en un lugar del extranjero presentan a Jesús un hombre que, por no oír, tampoco puede hablar, y le piden que imponga sus manos sobre él. Quizá quienes formulan tal petición se acercan desde una concepción un tanto ‘mágica’ del actuar de Jesús, como la mujer que pensaba que con solo tocar la ropa del Maestro quedaría libre de su enfermedad.

La respuesta de Jesús va más allá de la solicitud de imponer las manos; la acogida de Jesús al sordo rebosa la petición inicial. Como llevándonos hacia la contemplación de un encuentro personal, el evangelista nos expone que Jesús aparta al sordo de la multitud y en este escenario de cercanía individual realiza unas acciones simbólicas que indican hacerse presente en el origen del mal: con los dedos le ‘agujerea las orejas’ y con la saliva le ‘remoja la lengua’.

Aquí no se trata del obrar de una energía o de un poder mágico. La actitud de Jesús en esta escena se corresponde más con la de un orante: Él eleva sus ojos al cielo, y suspira como evocando el soplo de Dios sobre Adán en el relato de la creación. Estos gestos de Jesús se complementan con una palabra, mejor, con una orden: «¡Ábrete!»

El resultado de estas acciones de Jesús se expresa con los verbos ‘abrir’ y ‘desatar’, verbos relacionados con la acción de liberar. Aquí es muy sugerente el verbo desatar, pues nos hace pensar que la lengua del sordo estaba atada, ahora Jesús la ha liberado y así, quien antes tenía impedimento para comunicarse, al mostrarse hablando sin dificultad, testimonia ante los demás la obra de Jesús.

Finalmente, el relato nos presenta la reacción de la multitud. En primer lugar, estas personas se vuelven evangelizadoras. El texto griego al referir que pregonaban el suceso lo hace con el verbo ‘kerysso’, de la familia del sustantivo ‘kerygma’, conocido entre nosotros para referirnos al inicio del anuncio del Evangelio. No perdamos de vista que se trata de paganos –personas no judías– que ahora son evangelizadoras.

En segundo lugar, la expresión «¡Todo lo ha hecho bien!», es la frase que resuena como estribillo en el relato de la creación y más en concreto luego de la creación del ser humano: «Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien» (Génesis 1, 31). Con esta forma de concluir, Marcos nos presenta el actuar de Jesús como el inicio de la nueva creación.

A través de los gestos que Jesús realiza con sus manos –gestos como acercar, tocar, abrir, remojar, desatar– se manifiesta la nueva creación y los hombres vamos experimentando la liberación del mal que Dios quiere para la humanidad.